Esta semana aislándonos del ruido que supone la crisis de la COVID-19 hemos asistido a una discrepancia de criterios entre los socios del gobierno de coalición a cuenta de la edad de jubilación. Por un lado, el ministro Escrivá responsable de la Seguridad Social abogaba por incentivar el retraso de la edad de jubilación. Por otro lado, la ministra de Trabajo argumentaba lo contrario esgrimiendo que el retraso de la edad de jubilación provocaría que los jóvenes no tuvieran oportunidades de acceder al mercado laboral.

Nos ha parecido interesante esta controversia para recuperar lo que se conoce en economía como la falacia de la “cantidad fija de trabajo”. Este error suele ser utilizado por los responsables políticos de lo conocido como “verdadera izquierda” o desde los sectores más nacionalpopulistas para argumentar conclusiones como:

  • Los inmigrantes roban los puestos de trabajo de los nacionales.
  • El retraso de la edad de jubilación limita los puestos de trabajo de los jóvenes.
  • El progreso tecnológico elimina puestos de trabajo.

Estos tres argumentos comparten un mismo hilo común y es que son el resultado de sencillas operaciones aritméticas resumidas en el entendimiento de que la cantidad de puestos de trabajo es fija y está dada. De esta forma, hagamos lo que hagamos repartiremos la misma cantidad entre más o menos individuos. Entender la ciencia económica así es un enorme error. Una ciencia social que se dedica a entender un mundo complejo no puede ser reducida a sencillas operaciones aritméticas o caeremos en errores continúos y lo que es peor provocaremos en la sociedad efectos muy distintos a los deseados. 

Debemos tener en cuenta que cuando estudiamos un problema económico es importante conocer que cada variable depende a su vez de los valores presentes y futuros de aquellas otras que le influyen. Igualmente las otras variables van a tener la misma relación con las primeras. Lo que se evidencia es que la complejidad del fenómeno estudiado no puede desembocar en teorizaciones o conclusiones rápidas y sustentadas en operaciones matemáticas simples. 

Volviendo al caso de la anticipación de la edad de jubilación. A pesar de la argumentación de la ministra de Trabajo se puede concluir que el efecto de anticipar la edad de jubilación es precisamente el contrario. Entender que los puestos de trabajo de los trabajadores “mayores” pueden ser sustituidos de inmediato por trabajadores más “jóvenes” es peligroso y da a entender que no estamos valorando lo suficiente el problema. Esto es, aquellos trabajadores “mayores” desempeñan puestos de trabajo de una expertise y cualificación que implica que los mismos no pueden ser sustituidos de inmediato por otros más jóvenes. Igualmente, la sustitución de los mismos de forma anticipada supone un incremento de los costes laborales que serán transferidos al conjunto de la sociedad que deberá aumentar su carga impositiva para financiar el sistema de pensiones.

Si la anticipación de la jubilación no conlleva una reducción en la prestación a percibir, será necesario aumentar las cotizaciones sociales y la demanda de trabajo podría verse afectada e incluso llegará a disminuir.

Lo que se evidencia aquí es que partir de un argumento sustentado en un razonamiento simple implica que es posible obtener los efectos contrarios a los deseados. Siguiendo a la ministra Díaz, ella busca o dice buscar aumentar la cantidad de empleo juvenil y para ello aboga por anticipar la edad de jubilación para ofrecerles a los jóvenes estos empleos. Sin embargo, siguiendo lo explicado anteriormente de hacerlo así, podría conseguirse precisamente el efecto contrario ahondado por el incremento en las cotizaciones sociales que precisamente deberían soportar los trabajadores más jóvenes. 

Nuestros políticos deberían entender que la realidad es compleja y cualquier política es necesaria de sustentarla en modelos que al menos incluyan todas las variables a tener en cuenta. Su trabajo no consiste en resolver problemas complejos a través de razonamientos simples, sino entender que la realidad del fenómeno estudiado exige entender y valorar todas las implicaciones que subyacen a la misma. Con todo, es posible que a veces no se acierte, pero desde luego será menos probable fallar.

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Por Luis Javier Calvo Serrano

Soy licenciado en Economía y Derecho por la Universidad Carlos III de Madrid y decidí comenzar con EcoFinancial porque me pareció una buena oportunidad donde practicar mi afición por la escritura y el análisis de la actualidad.

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