syriza

Hoy se celebran elecciones generales en Grecia y salvo sorpresa mayúscula parece que el partido encargado de gobernar será Syriza, que aspira incluso a hacerlo por mayoría absoluta. No se recuerdan unas elecciones del país heleno que hayan generado tanta expectación en toda Europa, pero teniendo en cuenta que el partido de izquierdas griego supone una novedad a la ortodoxia merkeliana, todos los focos se han puesto en el Estado donde se originó la democracia.

De hecho, las semanas previas a las elecciones hemos asistido a filtraciones interesadas sembrando el temor de que un triunfo de Syriza supondría la salida del euro de Grecia y que dicha circunstancia no sería tan grave. Se equivocan desde la Comisión Europea y en el gobierno alemán si entienden que una circunstancia de este calibre no supondría impacto para la maltrecha economía europea. No deberían olvidar lo que se conoce como riesgo sistémico, aquel que contagia a aquellos que parecen sanos y por el que un problema “pequeño” se acaba convirtiendo en un peligro mucho más grave. De hecho, así parecen haberlo entendido, puesto que en los últimos días se ha suavizado este discurso.

Esta circunstancia hay que enmarcarla en el laboratorio que Merkel, Comisión Europea y Eurogrupo tienen instalado en Grecia. Desde el inicio de la crisis de deuda europea a los griegos se les ha sometido a un durísimo ajuste sin la más mínima contemplación. Todo ello ha provocado el empobrecimiento de la sociedad griega sin solucionar el problema de deuda y finanzas existente. Basta con recordar que la deuda pública griega se ha disparado con los sucesivos rescates hasta el 170% del PIB. Mientras, la tasa de paro, los servicios públicos y el bienestar de los griegos se han ido deteriorando de forma paralela.

En este contexto surge Syriza una confluencia de partidos de izquierdas que para el lector español se asemejaría a una mezcla entre Izquierda Unida y Podemos. Con un discurso que se ha ido suavizando a lo largo del tiempo han puesto sobre la mesa que es necesario abandonar la austeridad ortodoxa e incluso plantean una reestructuración de la deuda que pueda incluir quitas.

Cabría preguntarse en este momento, ¿tiene margen Syriza para plantear estas demandas en Europa? Para responder tenemos que tener en cuenta que Grecia es una economía pequeña y que su peso en la Unión no es tan importante como el de otros países como Italia o España. Con esta situación las posibilidades de Syriza no son amplias si no consiguen alinear a Estados más potentes del lado de sus propuestas. Pero en cualquier caso, suponen una novedad y una alternativa para tratar de mejorar la situación griega. De hecho, muchas de sus propuestas son francamente razonables en un Estado que no deja de deteriorarse.

Además, Syriza puede significar el germen de que otra forma de hacer política económica en Europa es posible. Hasta ahora el establishment ha jugado la baza del miedo al desastre, pero deberían recordar que los que falsearon las estadísticas y generaron el desastre son sus colegas de Nueva Democracia (el análogo al Partido Popular español).

Con todo Syriza se enfrenta a un reto muy importante: conseguir que la política del miedo deje de ser eficaz y demostrar, que dentro de sus limitaciones, es posible ajustar las finanzas sin menoscabar aún más el bienestar de una sociedad que lleva siendo humillada desde el primer rescate.

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Por Luis Javier Calvo Serrano

Soy licenciado en Economía y Derecho por la Universidad Carlos III de Madrid y decidí comenzar con EcoFinancial porque me pareció una buena oportunidad donde practicar mi afición por la escritura y el análisis de la actualidad.

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